-Parecería casi insultante hablar de ALEGRÍA, ALEGRÍA, ALEGRÍA, con el eco de las bombas sobre nuestras espaldas y retumbando en nuestros tímpanos. Hoy volvemos a ver fosas comunes, cadáveres por las calles, maniatados, torturados. Y nadie se hace responsable de tanta miseria y muerte. Siempre aplicando la todopoderosa de echar balones fuera, que a mí no me salpique. Incluso los verdugos tienen problemas en reconocer aquello que han hecho con saña y gusto.
-Sin embargo, por mucha oscuridad que exista, por muchos sepulcros que continúen abiertos, Jesús ha vencido a la muerte. Ésta no es el destino del ser humano, de la persona, nuestra horizonte de sentido, nuestra alegría y esperanza nos trasciende, nos supera. Y sólo puede darse en el horizonte de la resurrección, porque no estamos ante un hecho más, sino ante el fundamento de toda vida cristiana y humana. Sin resurrección la esperanza se desvanece, todo parece diluirse en lo material, en aquello que tiene fecha de caducidad y se escapa entre las yemas de los dedos.
-Dice Francisco: Jesús, el amor encarnado, murió en la cruz por nuestros pecados, pero Dios Padre lo resucitó y lo ha constituido Señor de la vida y de la muerte. En Jesús, el amor ha vencido al odio, la misericordia al pecado, el bien al mal, la verdad a la mentira, la vida a la muerte. No privemos al mundo del gozoso anuncio de la Resurrección”.
-Vida, amor, misericordia, paz y verdad frente a toda la vorágine de valores mundanos que conocemos y que son los protagonistas de nuestro mundo. La Resurrección es, precisamente, esto, actualizar esos valores, luchar por ellos y llevarlos a cabo a pesar de nuestras cruces y circunstancias. En la medida que lo apliquemos, en la medida que venzamos nuestras venganzas, odios y resquemores de ir por casa, estamos resucitando a la vida eterna.
-Haciendo guerras, construyendo trincheras, anticipo mi muerte prematura, mi muerte en vida. La Resurrección comienza aquí porque es nuestro campo de pruebas para acceder a la eternidad.
-Si no creemos en ello, no creemos en Jesús, y sí en los valores dominantes del mundo. El día de hoy tiene que ser un punto de inflexión, un aldabonazo que nos permita confiar y no perder la esperanza en el espíritu humano. El mal tiene sus tentáculos muy bien consolidados, pero el bien es la plataforma que sostiene a la humanidad entera.
-Pensemos en este Domingo de Gloria, todas las personas que han hecho que volvieras a nacer, que te han hecho resucitar, que te han hecho ser mejor de lo que eres y que te han ayudado a dejar por el camino lo que te dañaba y te aleja de aquello que estimamos y querías.
-JAMÁS PERDAMOS LA ESPERANZA, porque Dios está con nosotros y se ha hecho uno de nosotros, como tú y todos nosotros.
FELIZ PASCUA DE LA RESURRECCIÓN
