Ante los bienes de la tierra estamos llamadas a tener siempre presente el origen y la finalidad de tales bienes, para así construir un mundo justo y solidario. Un día escuché algo hermoso: la tierra no es una herencia que hemos recibido de nuestros padres, sino un préstamo que nos hacen nuestros hijos, para que nosotros la custodiemos, la hagamos seguir adelante y la entreguemos a ellos. Tres actitudes: elegir a partir de la dignidad de la persona; ser hombres y mujeres testigos de calidad, no tener miedo de custodiar la tierra, que es madre de todos (7-2- 2015)