Como expresión del deber de la Iglesia de manifestar la compasión de Jesús a los que han sufrido abuso sexual, y a sus familias, se insta a establecer programas de atención pastoral, que podrán contar con la aportación de servicios psicológicos y espirituales. Los pastores y los responsables de las comunidades han de estar disponibles para el encuentro con los que han sufrido abusos y sus seres queridos: se trata de valiosas ocasiones para escuchar y pedir perdón a los que han sufrido mucho (27-9 2015).