El evangelio de este domingo está dedicado a otra causa que la Iglesia quiere poner encima de la mesa para que la atendamos y, de esa forma, le demos respuesta con nuestra implicación: este domingo está dedicado a los POBRES.
El evangelio, la lectura que acabamos de escuchar, puede parecer que no tengas nada que ver con el hambre y la justicia que acampan por el mundo. Pero pensemos por un momento.
Seguir a Jesús tiene consecuencias. Acostumbra y repite que su mundo no es de este mundo. Y a lo que se refiere es que sus valores y sus principios no son los de la política, los de la actualidad y los del poder reinante. Son otros, y que seguirlos tiene consecuencias. Cuando habla que se darán guerras y conflictos, está señalando que posicionarse en la causa por y para los pobres genera conflictos y enfrentamientos.
No olvidemos que acaba en la cruz porque señaló sin miedo alguno que el mundo y las personas merecen otra forma de vida. Hoy más de la mitad de la humanidad vive bajo el umbral de la pobreza, es decir,4000 millones de personas viven con menos de tres dólares al día. Combatirlo, denunciarlo y actuando para revertir todo ello comporta sus riesgos.
Seguir a JESÚS no es tarea fácil. Pero vale la pena. Detrás de ello está la transformación del mundo y de la vida. Cada cual puede aportar su granito de arena, desde nuestra aula, familia, círculo de amistades, etc., etc.…
La pregunta es clara: ¿queremos ser partícipes de este cambio o meros espectadores? ¿Queremos protagonizar la historia liderando esos cambios o preferimos quedarnos petrificados ante la realidad? La decisión es vuestra. Que Dios nos dé fuerza para hacer de la justicia una realidad
