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Rincón de la Palabra – 25 de octubre

-El evangelio de este DOMINGO nos lleva a dos actitudes contrapuestas que definen dos caminos, dos estrategias para vivir la vida, con nosotros mismos y con los demás: la altivez y la humildad.

-El FARISEO representa una actitud creída, ALTIVA, se cree que es el mejor, que no le hace falta el perdón de Dios. Se ve y se contempla a sí mismo como modelo de perfección. Se basa en preceptos legales, su acción sólo hace que cumplir las normas, pero olvida el primer y único mandamiento que Jesús nos enseña: EL AMOR.

-Sin embargo, frente al FARISEO, está el PUBLICANO, función odiada en los tiempos de jesús. Eran considerados traidores a la causa judía por servir al Imperio de Roma. Eran los cobradores de impuestos, los que expremían a la gente en tiempos de penuria y miseria. Sin embargo, Jesús se fija en él, lo sitúa en el centro de su reflexión, de igual forma lo hace con los samaritanos, leprosos, prostitutas, pobres y marginados.

-Estos precisamente no entran en el cálculo del fariseo. De ahí que no se salve, porque no ha entendido para nada el mensaje liberador de Cristo. Cree que está por encima de los demás, se cree el elegido. No entiende que el Dios de Jesús ama a todas las personas, pero principalmente a los marginados, a aquellos que el fariseo excluye porque no dan la talla.

-Jesús insiste en la Fe superficial del fariseo y ensalza la del PUBLICANO, se da a Dios, quiere mejorar, pide ayuda porque se sabe pecador y necesita ser mejor persona de lo que es. Aquí tenemos toda una lección de HUMILDAD, valor y virtud que toda persona tiene que llevar a cabo en su vida. Sin humildad, las personas nos destruimos y dejamos de ser nosotros mismos.

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