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RINCÓN DE LA PALABRA DEL VIERNES 21 DE MAYO: JUAN 20, 19-23 (PENTECOSTÉS)

Este viernes es de alguna forma el inicio y el final de una etapa y de un camino. Este domingo celebramos Pentecostés y con ello se da el final de la Pascua y comienza el tiempo ordinario.

-La lectura de hoy tiene muchos significados y lecciones que podemos adoptar y asumir en nuestra vida. Pero ¿qué celebramos en Pentecostés? ¿Por qué es importante? ¿Qué debemos señalar ahí para poder aplicarlo y llevarlo a nuestra vida diaria?.

-En primer lugar, Pentecostés implica que Jesús se va con el Padre, con Dios, y deja que cada persona viva con libertad, pero con la pretensión de desarrollar una misión. Ésta es hacer un mundo más justo, donde el perdón, la misericordia y la paz estén presentes en nuestra vida. 

-Jesús confía en todas y cada uno de nosotros. Su paso por la tierra ya ha acabado. Ahora te toca a ti recoger sus enseñanzas, puesto que tenemos su espíritu presente, y actuar desde su inspiración y vocación. Recibir la presencia de Jesús a través del Espíritu Santo que implica la finalización de la Pascua, nos lleva a vivir sin su presencia física, pero sí espiritual, con sus enseñanzas, consejos y palabras, como Él quiere y nos ha enseñado.

-Francisco lo tiene claro: “Él es la paz en la inquietud, la confianza en el desánimo, la alegría en la tristeza, la juventud en la vejez, el valor en la prueba. Es quien, en medio de las corrientes tormentosas de la vida, fija ancla en la esperanza”. 

-Pentecostés nos lleva a la certeza de que Jesús está entre nosotros, que no nos va abandonar, que está con nosotros siempre, que no se retira ante la primera adversidad. Todo lo contrario. Nos sigue el paso, sin descanso, sin condiciones, porque nos quiere y ama como somos. FELIZ PENTECOSTÉS.       

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