El evangelio de esta semana nos lleva al 2º domingo de Cuaresma. Estamos ante una de las lecturas más metafóricas de todo el evangelio. Pedro, Santiago y Juan están con Jesús y les explica qué va a pasarle, cuál va a ser su destino. Lo hace porque Pedro y los demás no aceptan que Jesús muera en la cruz como un malhechor. Todavía no entienden el sacrificio que está a punto de vivir y experimentar desde una aceptación absoluta de su final.
-¿Qué podemos extraer de esta lectura? ¿Qué es eso de la transfiguración? ¿Puede tener sentido y significado en la vida actual? Fijémonos cómo en los medios y las noticias que nos llegan últimamente se nos remite a los conflictos, a la violencia y al sufrimiento. Jesús iba a padecer eso mismo, se la iba a inflingir la mayor violencia dev todas, la tortura y la denigración a los ojos de todo el mnundo. Sin embargo, Jesús transfigura, transforma esa realidad para cambiarla y darle otro sentido para convertirlo en una enseñanza que se comunique y se traslade a toda la humanidad.
-¿Qué enseñanza es esa? La hemos repetido y leído una y otra vez. La humanidad también, pero no aprende, no aprendemos. Jesús representa el sin sentido de la opresión y de la violencia. Sus discípulos no lo entendieron hasta el final. Convivieron con él pero no llegaron a entender lo que les decía y enseñaba.
-En ocasiones, esto nos sucede, no entendemos las cosas importantes, las tenemos delante nuestra y no queremos comprenderlas. Tenemos que abrirnos a nuestras circunstancias, leerlas desde una posición constructiva, siempre buscando el bien de los demás, dicho bien es el de todos y cada uno de nosotros.
-La Cuaresma es un camino de cambio, en nuestros corazones, en nuestro interior. Ahí es donde se inicia la verdadera transformación, la verdadera transfiguración que tenemos que conquistar día a día. Para ello, tenemos un compañero, un amigo que se llama JESÚS y que nunca nos abandonará.