«El reino de Dios está en medio de vosotros». El reino de Dios es silencioso, crece dentro; lo hace creer el Espíritu Santo con nuestra disponibilidad, crece lentamente, silenciosamente. Ahí está la perseverancia de muchos cristianos que llevan adelante la familia: hombres como mujeres que se preocupan por sus hijos, que llegan a fin de mes con dificultades, pero oran: reino de Dios, escondido en esa santidad de la vida cotidiana, esa santidad de todos los días. El reino de Dios es humilde, como la semilla: humilde; pero se hace grande por el poder del Espíritu Santo. Y a nosotros nos toca dejarlo crecer en nosotros, sin gloriarnos (13- 11-2014).