Una mujer pobre, en medio de los ricos que echaban sus donativos. Su esperanza estaba solo en el Señor. Me gusta ver aquí, en esta mujer, una imagen de la Iglesia pobre, porque la Iglesia no debe tener otras riquezas más que su esposo; la Iglesia humilde, cómo eran las viudas de ese tiempo. Recemos a está viuda, que está en el cielo, seguro, que nos enseñe a no tener nada para nosotros sino todo para el Señor y para prójimo, humildes, sin gloriarnos de tener luz propia, sino buscando siempre la luz que viene del Señor (24-11-2014).