Jesús anuncia pruebas dolorosas y persecuciones que sus discípulos debería sufrir, por su causa. Pero asegura: «Ni un cabello de vuestra cabeza perecerá». Nos recuerda que estamos totalmente en las manos de Dios. Las adversidades que encontramos por nuestra fe y nuestra adhesión al Evangelio son ocasiones de testimonio. Al final Jesús hace una promesa que es garantía de victoria: «Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas». Las pruebas y las dificultades forman parte de un designio más grande; el Señor, dueño de la historia, conduce todo a su realización (7-11-2013).