¿Quiénes son los destinatarios privilegiados del anuncio evangélico? La respuesta es clara y la encontramos en el mismo Evangelio: los pobres, los pequeños, los enfermos, aquellos que a menudo son despreciados y olvidados, aquellos que no tienen cómo pagarte. La evangelización, dirigida preferentemente a ellos, es signo del reino que Jesús ha venido a traer: «Existe un vínculo inseparable entre nuestra fe y los pobres. Nunca los dejemos solo» (Evangelii gaudium, 48) (24-5-2015).