El gesto de Jesús en el templo, al echar a los vendedores, es una ceremonia de purificación del templo. El templo para ellos era la morada de Dios, era lo «sagrado, y cuando era profanado, tenía que ser purificado. La gente era buena, iba al templo, no miraba estas cosas: buscaba a Dios, oraba. Pero tenía que cambiar las monedas para realizar la ofrenda, y lo hacia allí. Cuando los que está en el templo se convierten en especuladores, el pueblo se escandaliza. Jesús vino a traernos la gratuidad total del amor de Dios. Cuando la Iglesia o las Iglesias se convierte en negocios, se dice que la salvación no es tan gratuita (21-11-2014).